En la historia, Oriol, un joven de la Barcelona de 1900 se ve catapultado a un futuro remoto por la Fundación, una organización privada cuyo fin es remediar los grandes problemas de la civilización del momento, entre los cuales el principal es una contaminación que se ha vuelto insoportable, mostrando así al lector un pasado distópico en el que ya no era ni posible salir a la calle sin máscaras para respirar. Oriol es enviado, de manera no muy voluntaria por su parte, a un momento en el que la sociedad ha desaparecido, encontrando Barcelona en ruinas e invadida por plantas y animales descomunales. Su misión es dar con una máquina que revierta el cambio climático, la cual en teoría encontrará allí. Los restos de la civilización con que el chico se topa viven, o bien a duras penas y asustados en una ciudad que ya no les pertenece, o bien en un estado de armonía con la naturaleza pero habiendo perdido por el camino hasta la capacidad de leer los numerosos libros que conservan.
Josué Ramos muestra un futuro extraño, en el que fruto de experimentos científicos han reaparecido algunas especies extintas de la prehistoria, los mares han retrocedido dejando al aire gran parte del Mediterráneo, a la vez que drásticos cambios han alterado la geografía conocida por todos hasta dejarla irreconocible, y donde las personas han descubierto una conexión con la Naturaleza que quizá tuvieron alguna vez. Pero la historia no tiene como fin mostrar ese mundo tan distinto del nuestro, sino seguir el camino espiritual del protagonista, de una rutina insatisfactoria e insalubre en su presente a una existencia pacífica en el futuro, enfrentando todo el rato de dilema entre regresar a su tiempo con la clave para cambiar la historia y salvar a millones del sufrimiento, destruyendo así ese idílico escenario, o bien quedarse en donde está ahora, abrazar una nueva vida, y asumir que el pasado quizá no se pueda cambiar,… o no se deba.
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