jueves, 23 de noviembre de 2017

Secretos de familia. Vol 3.

El zepelín nocturno tenia asientos en cubículos, y el carrito de la comida había sido de gran diversión para los niños, habían conseguido caramelos blandos, chocolatinas y algunas cosas más, Úrsula apoyo la cabeza en el hombro de su marido, y fingió dormir, tenia que pensar una estrategia para aquella situación, y no podía responder a las preguntas de su nuevo marido sobre Pancrace y su casa, por que no podía inventar mentiras lo suficientemente rápido y con palabras ambiguas para salir del atolladero en el que se había metido sin el más mínimo esfuerzo.

Habían fallado todas las estrategias hasta el momento, es cierto que fingiendo un malestar había conseguido retrasar el viaje dos días, pero la visita del medico había puesto fin a esa estrategia, romperse el zapato en el camino no había funcionado y fingir torcerse el tobillo al pisar mal había salido desastrosa mente mal, pues no era muy buena actriz y su marido empezaba a recelar.

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-El señor Freeman no hace bien su trabajo- fue la primera frase que Tabatha le dijo a su tio, no un puede usted servirme más té o acercarme los bollos de mantequilla, que son frases normales durante el desalluno.

Esta frase era la primera de hoy pero el dia anterior y el anterior a ese la niña ya había dado muestras de un comportamiento indómito, algunas cosas de ese comportamiento hacían gracia a Pancrace, tales como su deseo de disparar el cañon aprender a menejar el sable o sus opiniones sobre la necesidad de las jóvenes mujeres del sur reclamaran el derecho al voto o sus opiones favorable a incluir prendas y complementos militares en la indumentaria de las jóvenes damas, Pero había otras opiones que expresaba como si ella estuviera en posesión de la verdad absoluta, como el hecho de que los indios Cherokee eran los nativos más feos del mundo, o ahora el hecho de que openase sobre el servicio.

Termino de untar el bollo con mantequilla, sirvió su taza de té y con voz ronca el ex Artillero sentencio,- ¿Entonces te has percatado que el anciano no hace sus tareas correctamente?- el tono de su voz no dejaba ver la ira en el fondo de su garganta, dio un trago a la negra infusión cuyo sabor amargo le reconforto y sin el más minimo pesar Pancrace termino su frase- Pues apartir de hoy asistiras al anciano Freeman en sus tareas diarias.

Hizo una pausa para morder el desayuno, y viendo que la niña estaba sin palabras prosiguió, -El Señor Pluma te enseñara donde esta todo,- el citado guardes asintió- e informara al anciano Freeman de tu oferta de colaboración y tu deseo de aprender el edificio, y cuando acabes con las tareas que el Freeman te imponga, el Joven Freeman necesitara tu ayuda en el huerto....

Y dicho esto la joven dama estallo en cólera- No es justo yo soy una Dama- he hizo un elegante Mohin con los labios, su cara estaba roja por la furia, y sin darse cuenta se encontraba depie,- Veras deberías darme obligaciones propias de una Dama- continuo ya más serena.-Seguir con mi formación, remendar ropa o hacer recados...

El toque de corneta sono con fuerza, el Joven Freeman tocaba la corneta por orden del doctor a horas estipuladas del dia, y este como impulsado por un resorte se levanto,- Cuando termines tus labores ven a mi despacho.

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A los veinte minutas de barrer el porche ya se había cansado, y solo había conseguido limpiar una fracción del porche trasero, el Señor freeman no la quitaba ojo de enciama, recostado contra el muro la daba indicaciones, mientras mascaba tabaco con parsimonia, todo en el arrugado hombre la desagradaba, desde su quijada mecánica, que le daba un aspecto fiero, hasta su postura desgarbada, vestia pantalosnes de algodón en color crudo y una camisa atada con cordeones de color rojo vino, un sombrero de paja cubria su rostro.

Pero la curiosidad termino por vencer a su desagrado y pregunto al anciano liberto.- ¿Cómo te hiciste eso?- Pregunto mientras señalaba a la cara del anciano.

-Señorita, Esta muy feo eso de señalar- Dijo el anciano, con una voz monótona de esas que siempre responden lo mismo una y otra vez, pero aun así respondio- Fue en Navidades, antes de la guerra, el Amo Pancrace había vuelto a casa, venia de la universidad, Sabe usted, en esos tiempos tu abuelo aun vivía- hizo una pausa para escupir el tabaco y continuo- el no era como el Amo o como su madre, señorita, era un verdadero señor del sur, y cada vez que uno se equivocaba se lo recordaba sin piediedad,- se toco la quijada mecánica, era de acero quirúrgico, sin grabados, encrustada en la mandibula y en la parte posterior del cráneo las bisagras estaban remachadas al cuerpo, y los mecanismos de relojería la permitían suplir parte de los musculos maxilo faciales- y el Amo pancrace me vio moribundo y herido y me dio esto, -Termino a la par que golpeaba con el nudillo suavemente la quijada, produciendo un eco mecanico, su voz volvió a ser maquinal,- Señorita, siga barriendo, los escalones no se van a barrer solos.
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La famila al complento se habían dirigido por el camino que les habían indicado en Wolf Creek, pero claramente se habían perdido, pues habían llegado a mitad de ninguna parte, no obstante el sonido de los cañonazos quio a Úrsula hacia casa de su hermano, no es que supiese que hacer, pero si recordaba bien a su hermano sabia que no les negaría refugio, por eso se había entretenido sobre manera en ver Wolf Creek y se había asegurado de llevar puesto un calzado inadecuado para campo, y cuando la hija mediana del su marido empezó a quejarse de que le dolían los pies, estuvo bastante segura de que podría triunfar donde antes solo había derrota.

Se adelante ligeramente, vio a un hombre indio vestido con ropa de criado asegurando el cercado delantero y con los menores agarrados a sus manos como si fuera su verdadera madre y el mayor de los niños a la zaga, junto a su padre, subio los escalones delanteros y llamo a la puerta, tirando de la cuerda de la campana con fuerza. 

El estruendo hizo que la puerta se abriera, la gruesa mujer que les abrió la puerta les miro con semblante severo, pese a que su delantal estaba lleno de manchas de comida, y su vestido gris era de una sencellez y que a duras penas le conferia porte, al menos en comparación con Úrsula, que vestia un Ampuloso vestido azul medianoche, con camisa blanca, de un gusto muy Neoyorquino y moderno, los niños llevaban ropas de paseo, en colores crema, y el oficial y marido de Úrsula vestia su uniforme de paseo de un Azul marino intenso con puños y cuellos de color amarillo, que le mostraban como un oficial de caballería.

La oronda criada se giro al sistema de tubos y anuncio- Doctor tiene visitas.

El Doctor llego con paso firme saliendo de su despacho, con el revolver Lemat en la mano, tan pronto como diviso el uniforme y a su hermana- Grito- ¡Corneta toque aviso de Batalla!, y apunto con su revolver mientras la mujer pulsaba el botón que hacia sonar un toque de Corneta muy concreto, y el Doctor apuntaba a su hermana con el revolver en una tensa situación.

El anciano Freeman, la señorita llegaron redeando la casa, mientras que el guardes, y el  joven Freeman llegaban a la carrera portando sus herramientas como armas improvisadas.

-Hermano- Dijo Úrsula, intentando ocultar su bochorno- Veo que no te llego la carta que te envie anunciando mi visita- mintió, pues no había escrito carta alguna- He venido a ver a mi querida hija y a presentarte a mi fami...

No termino la frase, el proyectil del revolver salio a endiablada velocidad y se clavo en el torso de la Dama, que cayo redonda, pues la jeringa que sustituia a la bala llevaba un relajante muscular muy potente, la segunda bala dio al Oficial, que se desmayo junto a su esposa, con una cara de enorme sorpresa.
Fin de la tercera Parte.