La Real academia de las ciencias de Madrid estaba
repleta, todos los que habían podido entrar lo habían hecho y en las cercanías
periodistas y ciudadanos de todas las cataduras esperaban expectantes.
Precisamente por eso Enriqueta había convencido a Máximus, para acudir por la mañana,
y pasar el día allí, a Máximus no le gustaban las muchedumbres, pero desde que
él había llegado a España allá donde acudía se llenaba de gente.
Máximus era un científico y como tal impartir una charla no debía ser algo tan excepcional,
aunque lo excepcional según el público era el propio Máximus.
Máximus era oriundo del Congo, y era un soberbio varón, grande fuerte, con pelo
negro y rizado, con las manos fuertes, y los pies ágiles, él así mismo se
consideraba muy normal, donde él vivía en la jungla del Congo, todos los
muchachos eran como él...
Máximus recordaba cuando conoció a Enriqueta y al resto de sus compañeros de
expedición, eran humanos, y Máximus solo sabia de los humanos lo que las
leyendas decían de ellos, así que supuso que eran guerreros y asesinos que
venían por la jungla para matar a alguien pues lo que dice la leyenda.
“Los humanos son extraños, y vienen cada año,
traen fuego domesticado y truenos enlatados,
contrasellen trampas para atraparnos,
pues de nuestros huesos destilan fórmulas malignas,
orgullosos exhiben nuestras cabezas en sus hogares.”
Pero algo andaba mal, aquellos hombres no se fueron, instalaron sus nidos de
tela cubiertos, en un claro del bosque y domesticando al fuego lo confinaron
entre piedras para calentarse y cocinar, cada día un puñado de ellos salía de
su asentamiento y se internaba en la jungla, buscando algo, tal vez a los
miembros de su clan, Máximus les espiaba, con curiosidad, y descubrió que lo
que hacían era observar a los miembros de su clan y tomar notas, eran
científicos como Máximus, así que decidió entrevistarse con ellos, pero primero
debía aprender su lengua y costumbres, durante varios meses observó a los
observadores, descubrió que varios de ellos eran guerreros con armas que
arrojaban truenos, y que uno de ellos era una mujer, que se dedicaba a
convertir todo lo que veía en dibujos y palabras escritas sobre el papel.
Pasaron los meses y la mayor parte de los humanos se marchó, quedaron unos
pocos, incluida la mujer, fue en uno de sus paseos, cuando ella se quedó sola
que decidió presentarse ante ella, lo había preparado todo, había preparado el
lugar, y aprendido que ellos tenían una tradición de sentarse a beber agua
ensuciada con raíces y hojas de plantas, así que en una de sus observaciones
del campamento encontró donde la guardaban y la tomó para estudiar su
contenido, averiguó como adiestrar al fuego para que no saliera de su cerco de
rocas, usando astillas con cabezas pintadas de fósforo, y aprendió a hablar el
idioma de los humanos, era una lengua rara, se comunicaban con conjuntos de
gruñidos articulados, y movían mucho las manos como para llenar el vacío de sus
charlas, su lenguaje parecía constituir algo de especial orgullo para esos
humanos, la primera palabra que aprendió fue Gorila...
Enriqueta aun recordaba su primer encuentro cercano con Máximus. Lo había visto
muchas veces, siempre de lejos, altivo y acechante, observando entre la maleza
o desde lo alto de los árboles, ella lo había etiquetado como “Espécimen 01,
Gorila Pardo Varón, Peso y altura desconocidos” Fue en aquel paseo en que alejó
de sus compañeros para ir hacer algo que una señorita no puede hacer en una
letrinas comunales cuando todo ocurrió. Había encontrado un lugar apartado y
casi limpio, y se encontraba acuclillada con la enaguas bajadas hasta los
tobillos cuando Máximus apareció desde un lateral descendió de entre los
árboles, el susto que se llevó fue tal que el complejo acto que una mala dieta
había provocado se dio casi por si solo, a causa de la sorpresa. El resto de la
escena no fue mas estremecedora, el Gorila la tomó por la mano, agarrando con
fuerza su muñeca, y tiró de ella, al poco ya estaban de camino hacia algún
lugar, no sentía su mano y apenas podía sujetarse las enaguas y el pantalón,
que se le resbalaban de la mano, y la mano que había agarrado el Gorila estaba
dormida, tal vez rota por la fuerza del animal, entonces el Gorila la subió a
una oquedad en un árbol, el hueco era enorme y dentro de él había una hoguera
encendida, algunos trozos de madera hacían de taburete y dos tazas de peltre,
una lata de té y una tetera descansaban junto a la hoguera, ella se quedo
estupefacta mirando el lugar, que era aquello, por que el Espécimen 01se
comportaba de aquella manera... este fue el último pensamiento antes de
desmayarse.
Máximus cerró la puerta del mueble bar, no había nada en él que le apeteciera
tomar, y ya se acercaba la hora, Enriqueta tomaba una Soda sentada en el sofá,
el resto de catedráticos y científicos se habían abstenido de entrar al ver a
Máximus, solo Charles, estaba en aquella habitación, como decía él dando un
repaso a física elemental de los objetos esféricos, un eufemismo muy largo para
decir- Jugar al billar. Carles era el Hermano de Enriqueta, y no parecía tener
miedo de nada salvo de su hermana, así que meses atrás cuando Máximus llegó a
España y él había ido con el coche a recoger a su hermana le estrechó la mano
en público, y le hizo las preguntas irrelevantes de rigor, que era la
especialidad de Carles, era un Astro-físico mediocre, pero un gran conversador,
sabía de casi todo un poco, y gracias a ello podía conversar de casi todo, hoy
había escogido sus mejores galas, lo que significaba que llevaba un traje de
paño casi aceptable para estar en aquel lugar con pajarita, se había quitado la
chaqueta para jugar y arremangado la camisa, y jugaba al billar con mas
vehemencia que habilidad.
Máximus se dirigió a la mesa de billar, cogió el taco y uno de los palos y
frotó el extremo con mucho cuidado, después calibró durante muchos minutos su
jugada, retrocedió el palo para conseguir impulso y golpeó la bola blanca que
picó contra la mesa y calló al suelo sin golpear a ninguna en absoluto.
Enriqueta carraspeó, lo que hizo que tanto Carles como Máximus se dieran la vuelta
atentos.- Es la hora del Té- Anunció.
La hora del Té- recordó Enriqueta- Máximus el gorila la había secuestrado, ella
se había desmallado después de recorrer media milla de selva intentando que sus
enaguas y sus bombachos no se cayeran, despertó. Su mano había recuperado su
color saludable y no parecía rota, aunque sí dislocada, estaba apoyada sobre un
lecho de hojas, semejante a un nido, como los que hacen los Gorilas para
dormir, el fuego de la oquedad, hecho sobre un circulo de rocas estaba casi apagado,
y por la puesta de la cueva se veía el amanecer. Tenía una sed atroz, y
considerable hambre, se había saltado la merienda, la cena y puede que una
picada nocturna, y no había bebido nada en mucho tiempo, vio las astillas para
avivar el fuego y una caja de cerillas, y no le costó hacerlo, tampoco calentar
agua en la tetera y preparar el Té, mientras el agua se calentaba observó el
lugar, parecía una pequeña guarida, estaba plagada de objetos diversos el
conjunto que más le llamó la atención fue unas pintadas en las paredes, era un
diagrama, o un calculo de algún tipo, tras observarlo debidamente, ya con la
reconfortante taza de peltre en sus manos, empezó a encontrar sentido al
diagrama, era un diagrama de como preparar el Té, allí había una tetera dibujada,
y allí lo que probablemente seria hebras de Té...
Máximus, recordaba sus primeros intentos de preparar el Té, había adquirido
todo lo necesario para fabricarlo, en el campamento humano, y lo había llevado
a su estudio, había hecho fuego, y calentado agua, añadido las hierbas primero
muy pocas, después muchas, lo había hecho varias veces hasta que olió como el
que hacían los humanos, y como científico que era había dibujado el proceso en
su estudio para poder consultarlo cuando quisiera, entre los estudios de los
astros y las muestras de tierra de la selva, allí lo había hecho, y por fin
había llegado el momento de invitar a la dama a tomar el té y entrevistarse con
ella, pero todo había salido mal, se había desmayado y no sabía que hacer. La
había acostado en el lecho y había ido a dar un paseo para despejarse, y por el
camino recogió algo de fruta, al volver a su estudio, olió el Té, y sus pasos
se vivieron mas rápidos, su huésped debía de haber despertado, trepó por el
árbol hasta el enorme hueco en el que tenia su estudio. Allí estaba su huésped
mirando a su estudio exhaustivo de como hacer el Té...
Carles, No sorbas el Té, es de mala educación- Dijo Enriqueta. Mientras
recordaba el Primer Té que había preparado en aquella oquedad en el árbol, y como
Máximus había reaparecido allí llevando algo de fruta... Máximus entro en el
hueco apoyó un atado con grandes hojas de árbol en el suelo, sobresalían
algunas frutas y raíces, después se acercó al fuego y lo alimentó, a Enriqueta
le pareció que el Espécimen 01 estaba intentando ser hospitalario, sirvió la
taza de peltre con la tetera de hojalata abollada y bebió el contenido de un
único trago. Máximus la miro abiertamente y dijo “¿Té, bueno?... Esta pregunta
cambio el mundo de Enriqueta, ya no quería salir de allí y volver con sus
compañeros ahora quería saber.
Máximus estaba orgulloso de su primera frase le había costado mucho componerla,
recordar el conjunto de sonidos que convertía una afirmación en una pregunta,
por eso le extrañó que ella no respondiera, por eso repitió la frase, esta vez
mas fuerte, sacando el sonido desde el fondo de sus pulmones, la reacción de
Enriqueta no se hizo esperar, se hizo un ovillo en el suelo presa del mas
absoluto miedo, Máximus no supo que hacer, nunca nadie le había temido, así que
preparó otro Té, mientras pensaba en que hacer a continuación. La respuesta no
se hizo esperar, la humana se levantó y caminó casi a gatas hasta la tetera, la
apartó del fuego- El agua no tiene que llegar a hervir- dijo, sirvió las dos
tazas, se sentó el asiento de madera improvisado y empezó a beber a sorbos
cortos, Máximus la imitó, entonces surgió la conversación, era una conversación
con muchas pausas, Enriqueta hacia pausas para reflexionar sobre lo que estaba
pasando y Máximus para elegir las palabras, la charla fue larga y lenta, muy
lenta.
Máximus palpó su chaleco buscando en qué bolsillo había colocado su reloj, Un
relojero había diseñado aquel reloj de bolsillo ex profeso para él, sus dedos
eran demasiado gordos para usar uno mas pequeños y todos se veían ridículos en
su grotesca mano simiesca. La cadena se enganchaba en el botón del bolsillo y
caía tan solo un poco era eficiente, y se usaba con una excepcional economía de
movimientos, el chaleco era nuevo, también a medida, gris de raya ejecutiva,
con su camisa blanca y su pajarita roja, parecía sacado de una atracción de
feria, o eso es lo que le parecía al contemplar su reflejo en la mesa de mármol
pulido. Ser una atracción de feria era bueno, las atracciones de feria eran
inofensivas o eso le habían dicho. Y él deseaba parecer inofensivo, aunque en
las discusiones científicas quisiera levantar por los aires a su contertulio y
comprobar si podía arrojarlo contra la pared a más de veinte metros de
distancia. Pero se contenía.
Enriqueta miro a Máximus, sabia que Máximus estaba nervioso y lo que mas
nervioso le ponía era no ser tratado como un científico sino como un animal, es
cierto que era un gorila, y para ser más exacto un gorila parlante, pero él se
consideraba sobre todo, un científico, un científico pluridisciplinar.
Ya es la hora- Dijo Carles, y salió a abrir paso por el pasillo. Abrió la
puerta de par en par, fulminó al público que esperaba en el pasillo, como tan
solo un hombre con semejante desparpajo como Carles podía hacer, después giró
el rostro lo justo para ver como Máximus, y su hermana Enriqueta le seguían,
vio como el camino se despejaba a cada paso que daba. Caminó hasta el rellano,
y se paró para contemplar su aspecto en el reflejo, pero sobretodo el de
Máximus que estaba tras él. Se giró, dio el alto a Máximus con un gesto, se
puso de puntillas delante de él y le arregló la pajarita. Procedió a examinar
todo lo demás, y finalmente dio su visto bueno al aspecto general de su colega
y amigo.
Máximus contemplo su reflejo en el espejo, Carles era muy detallista con el
aspecto ajeno, y el se alegraba de poder llamar a Carles amigo. Miro al grueso
cortinaje burdeos tras el que se encontraba el estrado, se despidió de
Enriqueta y Carles, vio como él ocultaba una sonrisa picara, mientras musitaba
unas palabras de animo, y ella intentaba ocultar su disgusto por no poder
acompañarle hasta el mismo estrado. Carles y Enriqueta tenían que ir a sus
asientos en la tribuna real, y Máximus les vio marchar, contó hasta diez, y ya
relajado, cruzo el grueso cortinaje.
Tras la debida presentación de algún académico, al que Máximus no conocía,
caminó hasta el estrado, apoyó las manos sobre él, se aclaró la garganta con un
carraspeo y exclamó con la voz tan alta como era capaz, -¡Excelsior!
Carles- Recordó como hace tan solo unos días había aceptado una apuesta, con
aquellos catedráticos, la tesis de Carles es que Máximus era capaz de ser más
civilizado que cualquier catedrático de los que se reunían en aquel caro salón
a discutir, a los gritos, científicamente, y que cuando no podían demostrar su
tesis o rebatir los argumentos, arrojaban objetos- dobló el periódico del día
anterior, en el titular se leía - ¡Simio científico asombra el país! - miro a
sus contertulios y dijo- ¿Creo que sus científicas eminencias me deben una
bonita suma?, Máximus dio un discurso y además nos enseñó algo, - contuvo su
risa socarrona- y no mató a nadie, ni arrojó ningún objeto- dedicó una risita
al Sr. Núñez, aceptó el pagare de este, y tendió la mano para coger los talones
y cheques de varios caballeros más- Máximus agradece sus donativos para la
publicación de su primer estudio- dejo caer la carcajada que llevaba tiempo
queriendo lanzar.