A.VV.HH.CC.KK
La ennegrecida estructura de madera se alzaba sobre pilotes en la ensenada el rugido de las saladas agua azotaba el edificio y lamia su suelo y sus paredes, más dentro de aquel lugar estaba reunida la muy venerable asociación de viudas y huérfanos de cazadores de krakens.
Normalmente el lugar estaba casi vacío, pues su principal función era la de lugar de reunión, y el de la asociación en sí misma era el de apoyar a las viudas y los hijos de estas, para ello se encargaban de facilitar trabajos remendando el velamen o zurciendo redes, lo que dotaba a las viudas de un extra de dinero nada desdeñable.
El silencioso edificio solía presentarse aburrido y solemne, en una de sus paredes se podían contemplar retratos de marineros unos jóvenes joviales y sonrientes, otros ancianos y marcados por la viruela con cara agria, pero todos tenían algo en común, habían sido cazadores de krakens.
La pared de enfrente tenía nombres, grabados en pequeñas y regulares planchas de latón, algunos de varón pero la mayoría eran de mujer, si se observaba bien estas dos paredes, las mayores, se podían encontrar muchos apellidos repetidos, a un lado esposos y padres, en el opuesto viudas y huérfanos, el resto de la estancia estaba llena de sillas, bancos y mesas, todos parecían proceder de naufragios, y en el caso de muchos de ellos lo eran.
En la pared del fondo había un gran cuadro, tenuemente iluminado por candiles y estropeado por la salina humedad del oleaje azotaba los tablones de la pared, en el se veia claramente a una de aquellos imponentes odiados y venerados Krakens, siendo arponeado por hombres en barcas, en los rostros de unos habia sufrimiento y esfuerzo, en otros felicidad, en la de la bestia se percibía odio, ira y miedo.
Una serie de bustos de tamaño natural reposaban justo al pie del enorme cuadro, hombres y mujeres que habían recibido enormes honores, Capitanes, promotores y armadores, uno nuevo se unía hoy a aquellos, permanecía tapado por una gruesa tela burdeos, y los miembros del colectivo procedían a la ceremonia de descubrimiento, una docena de mujeres se encontraba en torno a ella en un semicírculo, y más personas estaban repartidas por toda la sala.
Kaitlin Cunningam golpeó el grueso mazo de ébano sobre su peana, el silencio se hizo en toda la sala, y los rezagados se acercaron al estrado. La anciana señora se incorporó sujetándose sobre sendos bastones, una mujer mucho más joven la ayudó a mantenerse en pie, cogiéndola del brazo, la anciana delgada y con el cuero plagado de arrugas profundas y venas muy marcadas se aclaró la voz con una tosecilla, el silencio era tan potente que se podia escuchar el bramido distante de cada ola, y la lluvia golpeando el tejado a dos aguas.
-Hoy es una triste situación la que nos trae aquí,- se hizo un silencio, un sollozo entrecortado y lágrimas se escuchaban entre el público- o tal vez una feliz reunión, la última expedición de Maese Iditxa, de la universidad de Avalon, ha llegado a puerto, salió con veintiún bizarros marineros, algunos jóvenes, otros ancianos, pero solo diez de ellos han llegado a puerto.
Una niña abrazada a las piernas de su hermano empezó a llorar, un llanto explosivo, que inundó el aire de la estancia, las miradas se giraron hacia ella, parte de los presentes reprimir las lágrimas, y todos sin duda estaban tristes, cuando el llanto cesó la presidenta de la venerable organización prosiguió.
- Y es por eso que nos reunimos hoy aquí.- hizo un gesto de la mano y dos de las mujeres más cercanas a la estatua la destaparon, en ella aparecía un hombre barbudo de rostro amable, aunque algo siniestro, bajo el busto de mármol, se veía una placa de bronce “Maese Iditxa- Expedicionario”, pero la niña que no controlaba el sollozo salió huyendo, atravesó la sala con los ojos cubiertos de lágrimas, cruzó la puerta semi entornada y corrió por el empapado y frío embarcadero, la lluvia golpeaba con furia, y el mar reclamaba la tierra los cielos rugían con una tormenta de densas nubes, la luna ocultaba su rostro tras la tormenta.
Corrio y corrio, maldiciendo y gritando al mar y cualquiera que pudiera escucharla.- Devuelveme a Papá- Gritaba Nathaly Tierman- Devuélvemelo, devuélvemelo- poco a poco su furia se fue convirtiendo en desconsuelo, entonces cayó de rodillas lamentándose, sus ojos llenos de lágrimas, las olas rompían con más fuerza y la empaparon.
Pasados unos minutos intentó levantarse, se dijo a sí misma que tenia que ser más fuerte y volver, que Jack y mamá estarían preocupados por ella, pero sus rodillas fallaban, hizo un enorme esfuerzo por levantarse, pero tan pronto como se puso en pie, la ola, el suelo empapado y resbaladizo, la madera llena de liquen del viejo embarcadero de pescadores y y el viento la hicieron caer, luchó contra la gravedad. - no puedo caer, he de ser fuerte se decía a si misma- pero un golpe de mar la sorprendió, sus rodillas fallaron y cayó de bruces hacia el mar.
Noto como la salina agua del mar la empujaba, noto los pilotes de madera golpeando su espalda, y como se hundia, intentaba luchar contra los elementos, golpeaba el agua, agitaba sus brazos y piernas, pero se notaba cada vez más débil,- si no me devuelves a Papá- pensó- Al menos llévame con él.- cerró los ojos y se dejó desfallecer.
Jack había salido detrás de su hermana, hacía un tiempo de perros, y la perdió de vista tan pronto como salió de la sede, el muelle se ratificaba en muchos brazos, corrió hacia el lado este, a grandes zancadas, mirando a todas partes, le parecia oir los gritos de su hermana, corrio y corrio…
El hombre de cara redonda portaba a la pequeña niña en sus brazos, ambos estaban empapados, tan pronto como se cruzo con aquel niño que corría a zancadas se paro, le entregó a la niña.
Jack miró al extraño, no le reconoció, pues no había visto el busto, este tocó a la niña en el pecho y ella expulsó una bocanada de agua, Jack vio como ella entre abria los ojos, pero de nuevo era un intento fútil, los ojos se cerraron, el extraño rebusco en su cartera de mano y saco en su empanada mano una caracola, grande enroscada con tonos escarlata y pardos, la llevó hasta sus labios y pronunció unas palabras ininteligibles, la caracola brillo por un segundo, un parpadeo de calor. Colocó la caracola junto al oído de Nathaly, el rostro aterido de frío, frustración y dolor se dulcifico ahora en plácido sueño.
El hombre levantó la rodilla del suelo y acarició la cabeza de Jack, y con un gesto suave de cabeza se despidió.
Jack vio al hombre desaparecer entre la lluvia, y cargo de su pequeña hermana hasta la sede de la asociación, allí alguien les rodeó con mantas y les dio sopa, el convite ya había empezado, pero él no compartía la felicidad de la comida y la bebida, se quedó sentado cuidando de su hermana, recogió la caracola que el extraño había puesto entre las manos de su hermana, llevó aquel mágico instrumento a su oído y escuchó.
-Jack, eres un buen chico, cuida de tu hermana y mamá mientras estoy fuera- sonaba la distante y cálida voz de su padre- Se que puedo confiar en ti ya eres todo un hombre.
Aquellas palabras le reconfortaba, miro por la ventana fuera solo había lluvia y bravo mar, recorrió con la mirada algo que comer, y reparó en el busto ya descubierto, era aquel hombre que había salvado a su hermana de morir ahogada, al que odiaba porque su padre había muerto trabajando para él, y al que respetaba por haber salvado a su hermana, una sensación de desasosiego le recorrió el cuerpo y se permitió que una lágrima brotara de su ojo, una sola lágrima que se perdió entre los tablones del suelo.
Uno de los retratos, dejó escapar un suspiro de alivio, y nunca más volvió a moverse.
Jack cogió un trozo de pastel de cerdo y corrió por la sala - Nathaly tienes que comer...
Por Mikel Villafranca.
El encargo extraño
Desde que ingresé en la Orden del Abismo, no he hecho más que realizar encargos extraños. Este que ahora me ocupa, me tiene viajando sin descanso en pos de un viejo barbudo y barrigón, con pinta no sé si de pirata o de pescador o de ferroviario trasnochado... Camina siempre balanceando el cuerpo hacia los lados, como un barco zozobrando, como si no pudiera doblar más las rodillas y necesitara una cadencia pendular para poder avanzar... Lleva un chubasquero sólo abrochado por arriba que deja al descubierto su redonda panza, con la capucha puesta. Y siempre con cara de estar muy atareado y concentrado en su quehacer, aunque no haga más que resoplar y farfullar... Pero tengo que seguirle. Me han ordenado recaudar algo para ellos que sólo él y pocos más me podrían proporcionar, aunque no me han dicho el qué. «Ve y él te dará lo que queremos, sabe lo que es y no tendrás que pedírselo. Sin más preguntas, novicio.» Pues el novicio viene a por lo que sea sin más preguntas... Lo que no quiere decir que no me las haga y que no viva lleno de conjeturas y pendiente de mis propias aspiraciones...
De nuevo en marcha, el viejo arranca y hay que seguirle. «¿A dónde vamos?» «Puf, puf, que a dónde... Ahhhh, cof, cof, que a dónde...» «Sí, eso, a dónde (le ayudo yo a decidirse).» «Pues a dónde si no: a buscar lo que se necesita... Uhmmmm... Puf...» Es inútil preguntar, ya me resigno a ser su sombra silenciosa, y va deprisa, pese a su peso y edad, el señor intrigante... La culpa es mía por ingresar en una orden secreta: qué va a haber, sino secretos... Con lo poco que me gustan las pausas escénicas... Y las ganas que tengo de saberlo todo...
Callejeamos por los aledaños del puerto y entramos en una serie de lonjas o almacenes o a saber qué sitios tan raros son estos; yo, que vengo de un país extranjero, no me acabo de enterar de los usos y costumbres locales... Lo mismo hay barcas en reparación, que maquinaria, que cajas que bien podrían contener pescado... Todo está abierto y no hay nadie... Pero el viejo parece decidido y sabiendo a donde va; pues yo le sigo por todos estos recovecos, y espero por mi bien no separarme de su trasero o me voy a perder para siempre en este grasiento laberinto...
Entramos, al fin, en una especie de despacho grande y raro, todo de madera ajada y con bancos unos detrás de otros, algunas mesas grandes con cajones, sedes con pinta incómoda y nula decoración. Y el viejo abre una portezuela y saca una botella. «¿Esto es lo que buscamos?» Da un trago sin mirarme y creo que no, eso no es lo que buscamos. A continuación, saca con precaución y lentitud un saquito de arpillera y lo pone sobre la mesa. «Aquí está, veamos... Puf, puf...» Lo abre con gran cuidado y dentro hay un frasquito con tapón de corcho. No acierto a saber si es translúcido o no, emite unas irisaciones extrañas que desenfocan mi mirada y desafían mi percepción. «A ver cuánto queda... Uhmmmm, puf...» El viejo saca el corcho extremando su pericia y mira en su interior... Con gran pesar baja la cabeza, derrotado. «Es muy poco... Uf... Uhmmm.»
«¿Puedo?» Él no me hace caso, así que, me asomo al interior del recipiente. Inmediatamente, salto horrorizado hacia atrás. «¿Qué porquería es esta? ¡Hiede!» «Es... Es tinta... » Me responde, y casi no me lo creo. «Se necesita para escribir en los libros de la Orden... Uhmmm.» «¿Tinta? ¿Y todo este viaje sólo por un frasco de tinta?» «Es una tinta especial. Uhmmmm... Proviene... de un ser de otro mundo... Tenemos que ir a buscarlo.»
Boquiabierto, sigo al hombre que va en busca de un ser de otro mundo para obtener... Tinta... «¿Tinta... Tinta? ¿Tinta como de calamar?» «Eso piensan algunos... Uhmmm.»
Entramos en diferentes antros y él habló con varios personajes en un dialecto que desconozco. Debió de llegar algún tipo de acuerdo con uno de ellos, porque, tras mirar un mapa y estudiarlo con atención, se me informó de que de madrugada zarparíamos, con la marea.
Me caigo de sueño y aquí estoy, asomado a la popa de un barco, contemplando como la tierra se aleja de mis sufridos pies... Siento pena y cierta aprensión. Un negro me ha dicho que vamos a buscar al kraken, un monstruo mitológico, pero yo no creo nada de esas supersticiones... ¿O sí? La Orden dice... Pero, no, soy un ser lógico y racional, aún me queda eso, nada de comportamiento sectario ni de asustarse a las primeras de cambio, yo estoy aquí para saber.
Llevamos semanas sin rumbo fijo, o eso me parece, rastreando una zona concreta del océano donde dicen que se ha visto al kraken. No me puedo creer que esté participando en esto... Me aburro mucho en el barco, mi resignación es lo único que me queda. Las conversaciones inconexas con la tripulación no me satisfacen en absoluto. Quiero regresar a mi país y hablar mi lengua materna y comer comida de verdad, aborrezco ya el pescado mal cocinado que sirven cada día a cada hora...
Estas vacaciones llegan a su fin: hemos visto a lo lejos lo que todos piensan que era un kraken. Yo sólo he distinguido en el horizonte una mancha grisácea y sin forma, que por un momento ondulaba y escupía vapor. Los marinos me dicen que mis ojos no están entrenados para ver de lejos, que ellos otean y ven lo que yo sólo intuyo. Puede que tengan razón; el caso es que esta panda de incultos ni siquiera sabe nadar, cosa que no puedo comprender... Y temen mucho a la criatura, no quieren morir ahogados... Se cuentan entre ellos terribles historias y, por sus caras, las consideran verídicas. El capitán dice que arribaremos a una isla al despuntar el alba.
¡La isla no es una isla, la isla es el kraken! ¡El kraken es la isla! ¡Es tan grande como una isla, y hemos caminado por su lomo! ¡Me han tenido que arrastrar, porque me paralizaba el miedo y la sensación de irrealidad! ¡Toda la isla temblaba, resoplaba, zumbaba, porque era su cuerpo vivo! ¡Resbaladizo y viscoso, y han hecho una extraña ceremonia entre sus ojos para aplacarlo! ¡Y el monstruo ha acercado con un tentáculo gigante una enorme vejiga con su extraña tinta para nosotros, para que la Orden escriba sus textos sagrados! ¡Y luego que nos bajamos de él, ha parpadeado y ha desaparecido! ¡No se ha sumergido, ha desaparecido!
Y me dicen que la criatura no es de esta dimensión, que viene de otro espacio y que está pero no está, que por eso no la encuentran buscándola, sino invocándola, y que todo lo suyo, su tinta también, fluctúa interdimensionamente, y que sólo los grandes maestres de la Orden comprenden sus propiedades... Y yo necesito hablar con ellos, quiero saber, como científico, qué es esa fluctuación, cómo funciona, por qué y para qué... Y espero no enloquecer hasta acceder a ellos... ¿Qué serán capaces de hacer?
Ya no sé si lo he soñado, todo lo recuerdo muy confuso. Todos, tripulación y pasaje, hemos enmudecido, y tenemos cara de estar abstraídos. Alguna propiedad extraña tiene el efluvio del kraken, porque cambia a la gente que lo ha visto. A mí me está cambiando. Ya no me importa comer pescado medio crudo, y no hago más que meditar sobre lo que creí ver. ¿Era el kraken un ser o una especie de nave portadora de otros seres diferentes? Esos ojos fríos se me asemejan a escotillas por las que una inteligencia superior nos escrutaba... Prefiero pensar en tecnología antes que en mitología para lo que vi y sentí... ¿Vendría de otra dimensión o del mundo de los espíritus, como dicen las gentes del mar? Las dudas crecen en mí en cada nuevo encargo para la Orden. Ya no sé a qué amo sirvo...
Por Madame Eloise
Extract
from the journal of Captain Rosenbow, 1895:
As I stood across my port side there it was again, “My Kraken!” yes,
that’s right, your heard me well it was “MY Kraken”. I had been hunting that
monster since our last encounter four months ago. The last time we faced off he
had taken something from me I have not been able to ever forget. It was the
only thing that helped me keep my mind while travelling at sea. Maybe to some
it may even sound foolish but to me that pocket watch was all I had. You see, that watch was given to me on a late
autumn foggy evening back in London the last night I saw her. It was out last
night together, she was going away the next morning to travel to some far off
land and she understood that my job was to sail the sea aboard my ship. We knew
it was impossible to have anything serious between us, our minds knew but our
hearts seemed to not want to listen to reason or logic. She was an adventurer,
she loved to go all over the world in search of new things, she always believed
that once the world was fully mapped the world would loose some of the mystery
and magic that it held and in a way I believed her to be right. She came from a
wealthy family and thus money had never been an issue for her, mind you, her
recent voyages were sponsored by the museum of natural history in London as she
was already making a name for her in the scientific community.
I digress however, my apologies.
As we stood under the cold light of the streetlamp above us she took out a
small box from her purse and placed it in my hands. The box was made of leather
with a red bow around it. I couldn’t bring myself to say anything and neither
did she, so I proceeded to open my present. Inside the small box was a small
silver waist watch. The outside of the watch was that of a ship that I like to
think reminded her of my own ship. Never had I seen a clock as beautiful as the
one I was holding in my hands. I proceeded to opening it and inside the phrase
“May your voyages always bring you home.” I guess it was her way of telling me
not to die out there and I as I put the watch inside my waist pocket I made a
silent promise to myself to always comeback to her. I looked up to her and she
finally found the courage to do the
same, and there, under that streetlamp, I dried with my hand a tear that had
found its way out, even if she had tried so hard to keep it all inside, I then kissed
her for what I thought would be the last time. The kiss could not have been
shorter even if it had lasted a whole lifetime and then she was gone. No
goodbye no promised and no last words to fill the silence between us. One look
was all that was ever needed between us, and I was always too much of a coward
to tell her how I really felt. Told myself that she could do better than a
simple merchant captain. If I could go back I guess I would have held on and
never have let her go and I would have never sailed to Boston three days later.
Then again there was still so much I didn’t know between her and me. As I said we parted ways that night and I was
too much of a coward to tell her that my heart had left with her.
During the next few days I spent
getting the Virgil, my ship, ready to set sail for Boston. I had bought
supplies and had taken a contract from a wealthy man, Mr. Ayode, to transport
certain crates to the American port. I didn’t ask what was in the crates, I
made it a policy to never ask questions I didn’t wan to hear the answers to,
and It had worked fine for now. The Virgil was a simple ship, not big and not
small and although a merchant ship it had offensive capabilities in case we
encountered krakens or pirates that were becoming more and more common in the
open sea between Europe and America. It had a lower deck with a few 8 incher
guns mounted onto the sides and up top in the main deck it had 32 pounders in
case we were facing something a little bit bigger than we expected.
On the fourth day after saying
goodbye to her we were set sail from England and it was all smooth sailing
during the first week, even the ship seemed to be well carried by the wind in
our sails and nothing worth mentioning happened. Even my first mate O’Hara was
in a good mood and that was always a strange sight! On the fifteenth day
without warning however at around seven o’clock we felt the first hit. I was in
my quarters when it happened, I got up and as quickly as I could I fastened my
sword and gun belt and shot out of my room and onto the main deck. “Did you
notice that Mr. O’Hara?” I asked him. “Aye captain we seem to have been hit below
captain. No major damage as of yet captain, I have Mr. Walsh looking into it
sir.” He replied. Something however was still worrying me and I for some reason
knew I couldn’t just ignore it. “Alright, everyone I want the 8 pounders and
the 32 pounders ready and loaded on both sides and I want rifles and guns at
the ready, I don’t want to take any chances” I commanded. My order echoed
across the Virgil through the mouths of my officers and suddenly the ship had
sprung to life. We couldn’t have know what was coming next, before I was able
to see the creature the alarm echoed throughout the ship in the form of a
scream, “KRAKEN!!” as I heard the scream from the water emerged the monster.
He arose from the port side of the ship and his tentacles had already hit my
main deck killing instantly one of my crew. His name, unknown to me at that
point. A second later I gave my next order and told the quartermaster to hand
out the rifles and to get ready to fire on my command. After having spoken I
finally was able to look upon my foe. His tentacles were not the only thing
that was out of the water and his face, if you can ever call that a face was now
fully visible. It wasn’t my first kraken I had fought two other before that one
in the war when I was much younger and then on another merchant ship. On both
instances I had managed to get away unscathed from the conflict however this
one seemed different from the very moment I laid eyes upon it. His eyes were
yellow and he was a large specimen, majestic even. Its tentacles were different
shades of purple but the majority of the beast in front of me was of a white
overall color. At that moment he let out a screeching sound and as he opened
his mouth we were able to see its rows of teeth. The mere sight of all this
sent shivers down my sailors back, even my own. Time seemed to have stood still
at that moment. “Captain!” O’Hara called, “Captain! What are your orders?” he
asked again as if telling me to sap out of it. I looked at my helmsman and
ordered him to break right as much as he could but he replied by telling me
that the beast had us in its grip.
The beast was getting
dangerously close to the ship now, my men were forming on the port side of the
ship as I instructed them, getting ready to fire the first volley at the beast.
First I ordered the 8 pounders on that side of the ship, some inflicting what
seem only a nuisance to the beast more than any real damage. I proceeded to
fire the 32 pounders, I saw one hit near the eye of the beast and at that
moment the beast let out an angry scream from what I hoped was the pain caused
by it. I told my men to steady their aim, I could see the fear on their face
specially coming from the youngest members of my crew. “Aim true men, aim
towards the eye, we need him off my deck!” I shouted. I breathed heavy and
ordered the first volley to fire. They were carrying most of them the 1885
Winchester model bought by me after my last run to Boston where instead of
money I traded my ships cargo for guns whereas to defend my ship against such
monsters. I ordered only one shot to see how the beast would react, at its
indifference however, I ordered my men to fire at will. Having said this I must
explain that my crew was no bigger than a handful of soldiers. I had thirteen
men under my command, two officers, one first mate and my quartermaster. At
this point everyone was engaging the
beast although it seemed to turn slightly in order to cover his eyes and as he
approached us he tried to inflict some damage of his own using his tentacles.
He grabbed Marty, one of my youngest sailors and threw him across my ship, the
sheer impact against the wall broke his neck and killed him instantly. His face
told the horror of his last moment on Earth and I bowed in silence to avenge
him and the rest of my men that had already fallen to this Monster. We had been
taught that Kraken were mere monster incapable of thinking but from my three
encounters I knew this was bullshit and I knew this monster had something
planned to kill us all. As it finally arrived on my port side its mouth opened
and bit down on the side of my ship, the force so strong it tilted the whole
vessel and sent some men overboard, myself I was able to hold on to the rudder
which prevented me from falling over, while gazing across the ship towards the
beast I saw a path that could get me into close quarters with the beast and a
direct path towards its eye! Maybe, just maybe if we took and eye out the beast
would retreat in agony. I didn’t have time to second guess my own thoughts I took
my gun out, an American colt on my left hand and on my right my trusted blade
and started running towards its tentacle, I jumped on it as quickly as I could, O’Hara was probably
looking at me at that moment furious as hell that I was putting myself in so
much danger, he probably even cursed at me but I couldn’t really say as the
only thing I could hear was the beast and the sound of my own thoughts and
heart racing. I followed the plan and before I knew it I was in distance to the
eye, I raise my gun but at that moment the beast jerked its tentacle and caught
me by surprise I had to drop my gun in order to hold on to its tentacle. The
gun was lost at sea and I had to climb quickly to get back on my feet, there
was no other way I had only but my sword now, I thrust my sword into its eye,
blood shot at me like a hose and a roaring cry was let out by the monster, the
next few moments were a bit hazy as I
fell into the water, I fell and immediately felt the cold of the water, at the
same time the beast had released the ship in pain and was screaming from the
wound inflicted by me, I will never forget that sound, according to my men the
beast retreated as I had hoped in agony shortly after, while all this happened
I was being pulled down by the sea and the weight of my clothes, and to be
honest, I was letting it. No shame in dying at sea if its to save your men.
However just before passing out I felt someone grabbing me by the waist. I later found out it was O’Hara that had jumped
in to rescue me.
The next few days I was in and
out of slumber constantly and it was on the fourth day I was finally able to
ask my first mate of what had happened after the attack. He told me that five
members of my crew had died and that 3 others had been injured. The ship itself
was sailable and repairs had been already started on the portside of the ship.
I was also told that we were still on our way to Boston, as he knew I wouldn’t
want to be late with my delivery. I couldn’t have asked for a better friend in
O’Hara and I still wonder to this date why he stayed under my command. He was a
worthy fellow, a proud Irishman with a red full beard and hair, a tall and
strong man having in mind his Irish nature, nonetheless, he had grown to be invaluable
to me, as my first mate and as my friend. I thanked him and promised to buy him
a drink when we arrived for saving my life, in turn I was surprised to hear
that it was him and the crew who would buy me a drink after risking my life in saving
them from the Kraken. I asked to be left alone with my thoughts and he did so
promptly. As I arose from my bed I went to my waist and looked in its pockets,
it was then that I realized for the first time that I had lost the watch. I
couldn’t believe it, I searched and searched all around my room but it was
nowhere to be found, it was fools errand as I knew I always carried it with me.
I must have dropped it as I fell from the beast into the sea. The best had
taken five of my men and the only trinket or object that she had given to me,
the only tangible memory left of her was that watch and it was at that moment
that I swore I would have my revenge.
After having dropped off my haul
of at Boston, I hired 4 new crewmen for the Virgil. I explained before setting
off again that this was no normal merchant ship and that I was in search of the
monster that had taken the one thing I held dear and that I was ready to spend
and take all the time needed in doing so. Anyone who was afraid or wanted to
leave for better ships or other jobs were free to go now, but that there
wouldn’t be any second chances. My crew promised loyalty O’Hara, Enzo and Kelly
were the first to pledge their loyalty to me and my mission and the rest of the
crew was soon to follow. We loaded the Virgil and set off to sea once again
with a simple mission, to find that Kraken and end what had begun.
Once again it took us a few
weeks to run into the beast again, but there it was, as it had been that
faithful afternoon some months ago. This time however a scar and a black hole
was were his eye used to be, when I realized the damage I had done I have to
say I was happy for the damage I
inflicted him as he had inflicted upon me and my ship. Everything played out the
same was as the last time the only difference was that this time he was
attached to the bow of the my ship. I had a straight line to its other eye and
this time it was personal, So as I said previously there it was “My kraken,”
dear reader this was no mere fight for survival this time it was revenge. I ran
down the stairs with my sword at the ready this time it was going to be me or
him I ran up his tentacle and onto the last plank of wood that separated me
from it, I knew the plank wouldn’t get me close enough, I had to jump and thus
I did, I lunged from the plank and on the air readied my sword for its other
eye, how could I have known back then what would come of that battle...
By Capt. Aiden Rosenbow
Eugéne
Es once de septiembre, y acabo de salir del monorraíl que une Queens con Manhattan. Hace mucho calor, y los cristales están grises, para variar. Es por el humo de la locomotora, una de las decenas que llegan y parten cada minuto. Salgo por la puerta veintitrés. Cualquier periodista, detective privado, investigador, “profeta-del-fin-de-los-tiempos”, y/o cosas peores le daría o rebuscaría en la importancia que tiene el maldito número 23. Yo no. Yo soy una persona normal… o eso creo. Contable, para más señas.
Nada excitante en una ciudad en la que hay magos, brujas, vudú, sectas extrañas que adoran “a lo de fuera”, una “pequeña” Oficina Interuniversal de Galaxias Unidas, doscientos quince buques de guerra ingleses… y el “Edificio del No”.
Trabajo en una oficina, en la torre tres. Piso cuarenta y siete, la quinta oficina a la izquierda según se mira hacia el norte. Siempre hacia el norte, decía Pequeño Will. Torre tres, seguro que el arquitecto era bueno, es la tercera torre más alta. Trabajo en la tercera torre, sí, haciendo cuentas. Desde mi ventanilla veo la torre uno y la torre dos. Y como si fuese una fila de hormiguillas de colores entrando y saliendo de ellas sin descanso.
La mañana era muy normal: las cuentas estaban bien, los índices eran correctos, y en la radio sonaba la misma música que de costumbre. Hasta el café tenía el sabor insulso de siempre. “Vaya día de mierda”, pensarás. Pues no, a mí me gustan los días así. Tenía que pasar algo que estropease mi día.
Un maldito Kraken volador. Sí, la gente gritaba a mi alrededor. Yo sólo digo que es un maldito Kraken volador porque claro, soy una persona muy tranquila. Y en sí decir esas palabras genera molestia. Tanto como verlo. Le precedió un temblor, que… mira, ¡mis estilográficas están estratégicamente situadas a la derecha de mi máquina de escribir! Si fuese más pequeño o se moviese con lentitud y no hubiera creado ese temblor, hasta admiraría al Kraken volador, ¡pero no! ¡Movió mis estilográficas de colección!
Al susodicho Kraken del que he hablado le siguió un ruido… el de los Zepelines intentando llegar a su posición. Con sus bocinas intentando imitar el sonido de los Cachalotes (aunque es un Kraken volador, ¿por qué tendrán que tenerle miedo a los cachalotes? Y lo que es más intrigante, ¿por qué los zeppelines tienen bocinas que imitan el sonido de los cachalotes?)
Total, que el Kraken se estrelló contra la torre dos. Y del estruendo, ¡mi mechero se cayó al suelo! Total que con semejante barullo, ¿quién puede tener una vida fácil, feliz y ordenada?
¡Vaya mierda de día, con lo bien que había empezado!
Por Jorge Ayesa Betrán
El monstruo de su vida
El Cap. Dubhghaill observaba el mar desde la cabina de mando.
- Las aguas se han oscurecido y parecen algo agitadas, Capitán - comento el timonel
- Nos acercamos al lugar que Mr. Rohnen nos comentó en el que se habian observado avistamientos de Gargantúa.- dijo el Capitàn.
En un visto y no visto una gran sombra cruzó el océano pasando bajo el barco a una velocidad endiablada. Todos los marineros no pudieron evitar asomarse nerviosos por la borda. Perseguir un Kraken e intentar darle caza no era como robarle un caramelo a un niño. Una sacudida hizo que el Fenrir, el gran barco de caza que gobernaba el Capitán Dubhghaill se alzara varios metros sobre las olas. Uno de los grandes tentaculos habia golpeado el casco de la nave y eso habia conseguido miedo en los grumetes pero más determinación en su capitán.
- Resumen de daños! - gritó Dughghaill.
- Una de las bobinas han sido desplazadas por el golpe y una de las turbinas ha sido afectada, Capitán. - respondió un marinero
- Cuanto llevará arreglarlo?
- Al menos 1 hora para recolocar la bobina y 2, o puede que 3 en arreglar la turbina
- Maldita Hester! Tu y tus caprichosos viajes!- maldijo el capitán.- Si ella estuviera aquí la llevarian 10 minutos arreglarlo todo. Por Odin que te maldigo!
Dubhghaill volvio a otear el océano y vió que la criatura se habia detenido no mucho más de una milla por delante de la nave.
-Aaaarhggg! Maldito Stampton! El y su idea de hacer una batida por el mar seperando a mi flota . Sin Archibald, Jasper, Violet y Vernon me tocará hacerlo a la vieja usanza.
Dubhghaill salió de la cabina de mando y se dirigió audaz hacia su camarote. Abrió un armario y de ahí sacó una caja de grandes dimensiones que puso sobre su mesa. Cogió una llave que colgaba de su cuello y abrió la cerradura. Ahí estaba, su viejo amigo. Un exoesquelero de cobre fabricado expecíficamente para él y que servia para multiplicar la fuerza del brazo que quedó afectado tras la guerra.
- Tyr, viejo amigo, otra vez juntos.
Se ajusto el exoesqueleto y dirigió la mirada por encima del ojo de buey que se situaba a su espalda.
- Tú tambien vendras conmigo! - se sonrió Dubhghaill.
Y echó mano al enorme y viejo arpón. Como un rayo salió de su camarote aramado para la caza. Rápido pidió que le ayudaran a colocarse la escafandra y el casco conectado a un generador de aire por manivela y una vez listo se lanzó al mar. Despies de unos minutos nadando llegó a una distancia prudente donde por fin podia ver con claridad al monstruo. Para su sorpresa se encontró que mo era Gargantúa quien estaba alli sino Skädi, la hembra de Kraken que perseguia desde sus inicios en esta profesión y que nunca habia conseguido atrapar. Pero vió algo raro en ella, una gran laceración recorria su cuerpo. Ante esta imagen Dubhghaill se dió la media vuelta y volvió al Fenrir.
- Capitán, hemos conseguido que funcione la turbina, asi que podemos salir a cazar ese demonio cuando usted lo mande, señor.
- Da media vuelta, Darrel. Nos volvemos a casa
- Pero Capitán! - replicó el marinero
- Esa muchachota está herida, seguramente por el ataque de un leviathan. No seria honorable aprovecharme de eso.
Dubhghaill se dirigió a proa y miró fijamente hacia el lugar del océano del cual habia vuelto.
- Esta vez te dejo marchar, pero pronto nos volveremos a ver Skädi, y esa vez uno de los dos caerá
Por Hluot-wig The Wolf Dubhghaill
Krakens como animales de compañía: ADOPTE, NO COMPRE
He aquí un gran problema de la sociedad actual: se compran demasiados krakens, mientras a los viejos se les abandonan en lagos, ríos y piscinas.
Los viejos pueden ser de grandísima utilidad: pueden contarles secretos de sus antiguos dueños, pueden tener habilidades ocultas o simplemente hacerle compañía (¿quién no quiere un adorable kraken canoso y blanco que le da abrazos mientras le echa tinta gris en la cara?).
Son compañeros adorables, leales e incansables. Y sus ojos son aun más poderosos y convincentes que los de un lindo felino extremadamente peludo de tamaño pequeño (comúnmente llamados gatos, pero igualmente peligrosos que los grandes gatos de África).
No debemos olvidarnos de aquellos krakens creados por la mano del hombre. Solo hace falta arreglarles un par de engranajes y añadirles un par de tentáculos de color bronce y estarán en perfectas condiciones. No. En condiciones aun mejores, ya que le estará eternamente agradecido por su adopción.
Adopte un kraken, no un gato. Los kraken son mas grandes, no le dejan montoncitos de pelo en las esquinas de la casa y son igual de adorables.
Y sus hijos querrán un compañero de aventuras e historias que le cuenten con todo lujo de detalles cómo derribaron una y otra vez al Capitán Nemo y a su maligno submarino que intentaba dominar sus territorios y vencer al Rey de los Kraken y a su estirpe.
Si las anteriores razones no le convencen, esta lo hará: cuando el kraken le lama la cara, será un beso lleno de amor y agua, no como el gato cuya lengua es rasposa. MALDITOS GATOS.
Por Marina González
KRAKENS, STEAMPUNK, GENTE QUE SE PIERDE Y QUE SE ENCUENTRA, Y OTRAS PEQUEÑAS COSAS
“En ocasiones en las noches despejadas y con luna llena se pueden observar cosas curiosas en el mar. Especialmente en aquellas noches en las que el mar está en calma. Aquella noche no se escuchaba ni el viento soplar y sólo el discreto romper de las olas en la playa rompía el silencio. Gus estaba sentado en la orilla tranquilamente mientras Morani a su lado leía un libro. No montaban guardia, sólo reposaban la cena antes de irse cada uno a dormir. En las cercanías se podía distinguir la luz de la casa de Annabelle donde ésta descansaba ya.
Y en esa perfecta escena de calma se encontraban hasta que Gus, abriendo mucho los ojos, agarró a Morani del brazo sacándola de su concentración en el libro.
-¡Mira! –le dijo con un susurro que sonó desesperado- ¿Qué es eso?
Morani, asombrada, levantó la vista del libro y abrió la boca de puro asombro. Cuando pudo hablar respondió:
-He visto muchas cosas pero eso… ¡nunca!
-Ve a buscar a Anabelle, tiene que ver esto –dijo Gus levantándose y cogiendo su espada.
-Pero ¿por qué me sacas de la cama ahora que por fin había logrado dormirme?
-¡Esto tienes que verlo! –gritó Morani tirando del brazo de Annabelle hacia la playa.
Cuando las chicas llegaron, todo lo que se veía en la arena era una criatura gigantesca, de al menos varios metros de largo, con grandes y numerosos tentáculos, algunos de ellos separados del cuerpo por tajos de espada. Annabelle pensó que habría muerto por quedar varado, pero Morani insistió en que hacía un momento se dirigía directo hacia ellos, levantando una nube de espuma a su paso y moviéndose frenéticamente.
-Es el kraken… -dijo Annabelle en un susurro- y está muerto.
-Lo mató Jaques en una lucha épica.
-¿Qué dices Morani? Jacques está en Francia, hace años que no nos vemos, se quedó en la corte cuando volvimos a casa.
-Acércate y podrás verlo –contestó Morani señalando impaciente hacia el cadáver del calamar gigante.
Cuando Annabelle se acercó escuchó las voces de dos hombres, uno de ellos era Gus y el otro era… sí, sin duda era la familiar voz cascada de Jacques, el maestro de esgrima. Corrió hacia él para darle un abrazo.
-¡Por fin os he encontrado! –exclamó el espadachín abrazando a Gus, Morani y Annabelle- Hace meses que partí de Francia en vuestra busca y por fin he llegado a la Martinica.
Tras soltarse de su abrazo, los amigos ayudaron a moverse a Jaques, que estaba bastante maltrecho y con la vestimenta hecha jirones. Sólo conservaba su espada ropera, manchada de tinta negra. Con una mueca terrible, miró el cadáver del kraken y continuó su historia:
-Partimos varios navíos de Calais un día nublado de noviembre, aunque el viento nos era favorable. Esperábamos arribar en un tiempo relativamente corto, pero a unos cuantos días de vuestra costa empezaron a desaparecer los barcos misteriosamente en un extraño banco de niebla. Ni siquiera se podía escuchar nada en esa niebla espesa. Perdimos tres navíos y ya sólo quedábamos nosotros.
Sin que pasase apenas otra jornada más, vi esa cosa emerger y agarrarnos por la proa, partiendo las cangrejas y varios mástiles más, destrozando marineros… y sólo recuerdo caer al agua y subir a un trozo de madera de deriva antes de desvanecerme. He pasado varios días a la deriva sin ver tierra ninguna pero como si de cosa del destino se tratara, ese bicho intentó devorarme. En medio de la encarnizada lucha, conseguí cercenarle algunos de sus tentáculos y como si a matarse a propósito fuera varándose, acabé en vuestra playa donde por fin le di muerte. Como podeis ver, estoy bastante herido y magullado, pero vivo para contarlo. Así que tendré que dar gracias por haberme enfrentado al diablo si el premio era encontrar de nuevo a mis amigos perdidos.”
-Esta historia es un truño, Anna, que lo sepas –dijo él mientras se servía una taza de té del samovar, en el vagón camino del trabajo.
-Qué quieres, tío, la he escrito de forma improvisada –contestó ella, malhumorada, agarrándose para no caerse con una pequeña turbulencia- Me retaste a escribir algo con un kraken. Y no es peor que tu paranoia acerca del edificio del NO y el contable neoyorquino con TOC.
-Tu historia no tiene nada de steampunk. – Sentencia Jorge mientras se termina el té de un trago y se ajusta las goggles y el propulsor para bajarse del vehículo, junto con bastantes pasajeros.
-¡No te atreves a decirme eso cuando nos bajemos del aerotren! –grita ella con los brazos en jarra.
-No, y porque sabes que tengo que correr para hacer el transbordo a la otra línea, que en esta estación de una plataforma a otra hay un buen trecho – dijo él mirando su reloj de bolsillo.
-Te veo a la salida del curro, no te me pìerdas otra vez, cansino- le señaló ella desde dentro del vagón mientras él salía- y espero que tengas mejores argumentos o una historia nueva para contestarme esta tarde.
- ¡Ni lo dudes! ¡Y cuidado con el kraken de oficina, es un mal bicho!
Por Anna Whateley
La misión 1899 XLII-c
Menos mal que la tecnología desarrollada en la Universidad de Praga en el 1903 pudo rectificar todas las secuelas físicas de la misión 1899 XLII-c y hasta dotarme con un ojo derecho nuevo.
Sigo con problemas para conciliar el sueño, eso, sí. A pesar de las terapias que la Universidad de Miskatonic me ha brindado, son muchas las noches que paso en vela.
Es entonces que llevo mi carpeta de apuntes al conservatorio de plantas exóticas, un espacio dedicado hace 180 años a cultivar los ejemplares botánicos encontrados en las misiones encomendados por mi Universidad. Ahí sentado repaso los folios de grafeno y procuro dar sentido a lo que presencié en 1899.
Que sepa yo, la investigación a la misión 1899 XLII-c nunca ha sido publicado. Es comprensible, desde luego. Sobre todo, el relato de la confusión reinante al final hace una lectura horripilante.
Sin embargo, a mí me quedan muchas dudas al respeto a los acontecimientos. Después de todo, una expedición cuya meta es capturar un joven kraken del aire no tiene nada en particular. No digo que es algo sencillo, pero sí que hemos perdido menos investigadores en esa actividad que en las expediciones a la Antártida, por ejemplo.
Todo desarrolló con total normalidad. Las preparaciones del equipaje, la elección de los investigadores, todo normal. Embarcamos en el Merling King como siempre y gozamos de un viaje sin incidentes. Llegamos a la Bahía de Lorath y subimos a los altiplanos en los dirigibles como siempre. Los exploradores nativos eran agentes con mucha experiencia y nos llevaron a unos nidos de acceso bastante fácil.
Y luego...pasó lo imposible.
Dr Henry Armitage ha repasado mis apuntes. Aunque es el bibliotecario de nuestra universidad y no el jefe del departamento de zoología, él siempre ha mostrado bastante interés en mis apuntes del desastre. También es de los pocos que dan crédito a mi versión de lo que ocurrió.
La explicación oficial que fue difundida en la prensa popular hablaba del sabotaje de los rifles Tesla por una universidad rival, un sabotaje mundano, eso sí. Un sabotaje improbable, pero creíble, a final.
Bastante menos creíble es la verdad. La verdad es que mientras cargamos los tres jóvenes krakenes en sus jaulas a borde el Merling King, de repente vislumbramos una veintena de krakenes adultos bajando desde las alturas hacia nosotros, cada uno luciendo una armadura que repulsaba las descargas de los rifles Tesla nuestros.
¿Krakenes con armadura? ¿Krakenes organizados y siguiendo una estrategia coherente contra nosotros? ¿Krakenes capturando los rifles Tesla y usándolos contra nosotros? Sé lo que vi. Soy la única superviviente de la misión 1899 XLII-c.
Fmdo: Prof. Cecily Cogsworth
Solicitud de inversión A167-1
Estimados miembros de la Junta de Accionistas de la Compañía del Atlántico Norte,
Me dirijo a ustedes para llevar ante su atención los acuciantes problemas que están sufriendo últimamente las divisiones operativas de pesca tanto tradicional como mecanizada en lo referente a un espécimen particularmente vicioso en su comportamiento, que ya ha sido bautizado como Caribdis. Estoy segura de que ya habrán tenido noticias de los recientes acontecimientos según se relata en las circulares 36 y 48 del año en curso, de las cuales paso a incluir extractos que he considerado ilustrativos:
[…] un ataque para el que las defensas resultaron inútiles, incluidos los arpones pneumáticos. La única excepción fueron los acumuladores voltastáticos de descarga del casco, si bien su efecto se apreció notablemente menor que en otras ocasiones. Los supervivientes afirmaron no haber llegado a ver el cuerpo de la criatura puesto que nada más que sus tentáculos aferrando el barco ya superaban en altura al palo mayor y […]
[…] estimándose en base al tamaño de la ventosas mayores una edad superior a los tres siglos, lo cual le otorga la categoría de tipo A, informalmente denominada “ancestral” por los empleados de la compañía. […]
No se había encontrado a un kraken de estas proporciones y esta virulencia desde los primeros avistamientos de Gargantúa, un macho que nunca ha sido capturado ni estudiado y que ha permanecido ilocalizable durante los últimos quince años […] pero en este caso se trata sin lugar a dudas de una hembra por los patrones confirmados en su piel.
Como ya sabrán, hemos perdido dos barcos en lo que va de año debido a este ejemplar y el Capitán Dubhghaill, Director de Operaciones, cree que la nave perdida en agosto del anterior es muy probablemente achacable a Caribdis de igual manera. Urge tomar cartas en el asunto, así que tras una reunión con él y con Hester, Primera Mecánica de la Compañía, procedo a remitir una serie de puntos para su consideración. Si bien en esta carta se enumeran someramente, en los anexos se detallan en profundidad, incluyendo la cantidades económicas que se solicitan para el desarrollo e implementación de cada uno:
Puesta en funcionamiento de una flota de submarinos de carácter exploratorio para mapear la presencia de krakens potencialmente peligrosos como la que nos ocupa. Los métodos convencionales de detección de presas resultan inefectivos en las zonas de gran profundidad, lejos de la plataforma de las islas, donde habitan especímenes como los citados. Por supuesto, irían equipados con material defensivo de gran potencia, y propulsores reforzados para acciones evasivas. Por favor consultar anexo titulado “prototipo subacuático K3”.
Retomar los diseños de la nueva línea de buques de gran tonelaje que fueron abandonados en años anteriores debido a los recortes presupuestarios. Es imperativo disponer de equipamiento de última generación si se pretenden expandir las operaciones más allá de la zona actualmente cubierta, puesto que se entra en territorios ocupados por krakens de clase A y B1.
Despliegue de las plataformas de investigación 2 y 3 en las inmediaciones de las zonas de avistamientos, con la correspondiente escolta y provistos de dirigibles de emergencia para evitar repetir el lamentable incidente de la plataforma 1 hace ya tres años.
En línea con la anterior propuesta, instalación en ambas plataformas de nuevos sistemas de acumuladores de carga con capacidad para afectar incluso a los clase A. Particularmente en este punto la inversión es totalmente irrenunciable a pesar de su monto: la única medida disuasoria eficaz contra un kraken es la liberación de un acumulador ambárico en el agua, afectando a su delicado sistema nervioso temporalmente y haciéndole huir.
Finalmente pero no menos importante, se solicita una partida presupuestaria extraordinaria específica para la contratación de nuevos marineros, incluyendo la parte correspondiente a los seguros de defunción.
Espero que mi participación y respaldo en esta solicitud ayude a ilustrar la gravedad de la situación. Como podrán imaginar, no es un escenario sostenible dada la pérdida de personal cualificado cuya formación ha corrido a cargo de la Compañía, y su obligada sustitución por activos laborales mucho menos experimentados y que por añadidura exigen pluses por peligrosidad.
Quedo a disposición de ustedes para cualquier consulta a plantear con un atento saludo,
Selminne Cespari
Directora de Recursos Humanos
Primer edificio administrativo
Krakensport
Isla de Vágar, Islas Feroe
Por Eric Rohnen