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miércoles, 28 de septiembre de 2016

Aventuras veraniegas

El Soliloquio conversado de Maese iditxa

Universidad de Avalon. Facultad de estudios exóticos.

-Herr. Steiner No corra con varita mágica cargada.
-Señorita Celina Le ruego encarecidamente que no enarbole hachas de guerra por los pasillos... Haga el favor, al menos, de coger un escudo.
-Hola Sr. Decano, eso que lleva en su mano es un puñal envenenado, por favor, ya desestimamos el uso de venenos para matarme de forma permanente, y ademas esta feo que resucite delante de un invitado.
- Sr. Ronhen, justo hablamos de usted, por favor acompáñeme hacia mi despacho, le he llamado para hablarle de un artefacto de Lemuria, desconozco su función exacta, al principio pensé que era un calendario, con sus tres anillos rotatorios.
Cuidado con donde pise, este pasillo está lleno de trampas, para evitar la intromisión indeseada de Alumnos, usted ya me entiende.
Pero antes de enseñárselo déjeme que le cuente como lo encontré, creo que le sera útil para localizar su procedencia exacta y tal vez su función exacta.
Por favor siéntese, puedo servirle algo para aclarar su garganta- el borboteo del líquido ambarino llenó el breve silencio, como le contaba todo ocurrió a raíz de la muerte del profesor Abud en el examen final de Ritos funerarios, el profesor Abud fue asesinado por Anubis que se comió su corazón.
El decano me dijo durante el entierro, - Maese, le informo que queda usted a cargo de las asignaturas del profesor Abud, al menos hasta que encontremos a un sustituto apto, aunque le informo que no hay ninguno, vivo, dispuesto a ejercer el cargo,
y cuando ya marchaba dijo - ...y felices vacaciones.
Así que volví, aquí, a mi despacho, pensando en lo que dijo el Decano, y es por ese motivo, que viaje al Cairo, donde empecé la búsqueda de un sustituto apropiado, me decanté por un erudito llamado Uy Rash, quien fue enterrado en un hipogeo tras sufrir los rigores de la momificación, localizar su tumba fue un largo proceso de investigación, me llevó casi dos días completos localizar los primeros indicios, lo hice en el museo nacional del Cairo, en un papiro polvoriento, después adquirí el equipo completo, palas, picos, palanca, mechas y lámparas de aceite, y otras muchas cosas, recluté a unos porteadores, lo hice en callejón del bazar, justo después de que me apuñalaran repetidamente con intención de matarme y robarme, cuando me incorporé y les pregunté - Quién de vosotros va a pagar la tintorería?, los dos accedieron a hacerlo, con miedo de que yo les matara, no obstante preferí que me pagaran con su trabajo, y es así como fuimos al valle de los faraones y encontramos ese Hipogeo, en él había una pequeña fortuna en gemas, oro y piezas decorativas de toda suerte de tamaños y formas, no tantas como en las tumbas de un faraón, pero sí suficientes para tentar a dos rufianes.
Ese fue su gran error, tocaron los tesoros e intentaron llevárselos, El difunto apareció de entre las sombras y mató a los dos ladrones, y bueno a mí también, aunque debido a mi condición fue solo temporal, después de repetir el ciclo de resurrección, muerte y resurrección varias veces más, se cansó de matarme y empezamos a charlar, tras compartir algo de tabaco y abrir algunas ánforas, e ingerir su contenido, conseguí convencerle para que abandonara su cómoda residencia actual y aceptara un puesto de docente sin salario en la facultad, tras lo cual tras recoger sus cosas encontré el artefacto que está allí, en la vitrina, Puede examinarlo, pero le sugiero que lleve guantes, está sujeto tras alguna maldición.
Ya, ya, tu dirás alguna tecnología desconocida... Bien, no se corte y examínelo a placer, eso que veo en su cara es una sonrisa, Creo que tengo un baúl de madera en el que cabe, me haría un favor si se llevara a un lugar seguro, aquí podría ser robado, o peor ser usado por ...Alumnos.

Mikel Villafranca




Comencé mis vacaciones en Homestad, Pensylvania, el 30 de junio de 1892. En realidad, fue uno de los trabajos para Pinkerton, pero relajante para un veterano como yo como si las vacaciones hubiesen comenzado hace un mes, no hoy. Fuimos contratados por el señor Frick, a quien me dirijo a llevarle la buena nueva al hospital. Ese perro de Berkman merecía la pena de muerte, no 22 ridículos años de prisión.
Necesito hablarle al señor Frick de mis méritos, relatarle cómo lo conseguí: debe recomedarme a Pinkerton para su ejército privado. Si alguien merece pertenecer al ejército de la Agencia, soy yo.
Yo fui quien abrió el fuego desde las gabarras con mi rifle mientras bajábamos el Ohio hacia el Monongahela. ¿Cómo era posible que unos cuantos inútiles del acero venciesen con piedras a hombres decentes armados con Winchester para la Compañía? Los pueblerinos de Homestead les apoyaban, incluso las zorras de sus mujeres apoyaban a los huelguistas.
El 6 de julio a las cinco de la madrugada los hombres de Pinkerton nos habíamos rendido. Pero no como perras, sino como hombres. Diez obreros del acero muertos y 70 heridos en Homestead. Gracias a mí. Y no, no exagero: mi puntería es legendaria. Frick debe saberlo antes que nadie; sin mí no se hubiera perdido la huelga, sin mí no hubiera reabierto la fábrica bajando los salarios de sus mariconas de obreros.
_ ¿Escribe un diario?. Disculpe mi intromisión, hace un día demasiado hermoso para no mirar ni un segundo por la ventanilla._
En el vagón sólo viajaban él y la preciosidad del asiento frente al suyo.
_Sí, preciosa. Un diario de mis vacaciones.¿Cómo te llamas?
_Enma Goldman_ Y sin decir más, el brazo izquierdo de Enma Goldman salió disparado de su cuerpo y estranguló al mercenario de la Agencia de Detectives Pinkerton sin emitir ruido.
_ La otra Enma_, pensó para sí._ La Hermana Gemela, recién salida del Laboratorio para acabar contigo .
Cuidaros hombres de Pinkerton: las Hermanas Gemelas, ya están en vuestro siglo.

Natalia Marea Irisada



AMOR DE COBRE Y ACERO

El sol se ponia en el horizonte creando unas vistas totalmente mágicas. Cielo y mar se fundían en rosas anaranjados.
Sean atrajo a Karol hacia sí recostándola sobre su hombro.
Karol movió la cabeza intentando mirar el rostro de Sean pero éste cortó cualquier palabra que pudiera surgir de su boca.
- Lo sé, lo sé. Es un momento demasiado romántico para ti, pero no digas nada, sólo disfruta de este momento.
El silencio invadió ese momento mientras ambos disfrutaban de las vistas.
Sean rompió ese silencio.
- ¿Recuerdas el día que nos conocimos? Hace ya casi 3 meses de eso. Tú estabas allí, en la feria, sentada en una esquina junto al tiovivo. Estabas indispuesta, supongo que por subir demasiadas veces a la atracción. Tenías la ropa sucia y raída, como si hubieras tenido un pequeño accidente y te hubieras caído en medio del espectáculo de música, luces y autómatas del tiovivo.
Karol volvió a girar la cabeza hacia arriba esperando encontrarse con la mirada del muchacho.
- Tranquila, me pareciste el ser más bello y maravilloso. Por eso te cogí en brazos y te llevé a una zona apartada para que pudieras tomar el aire y te recuperaras. Me hiciste muy feliz cuando decidiste venir a mi casa a compartir una cena conmigo, aunque me entristeció saber que habías perdido tu trabajo y que a consecuencia de ello tuviste que abandonar tu hogar. Pero hemos pasado un verano increible juntos: hemos ido al teatro, te he llevado de compras, te presenté a todos mis amigos y hoy lo hemos pasado en la playa. 
En ese momento un fogonazo de luz en el horizonte anunció la caida total del sol. Sean ayudó a Karol a ponerse en pie, habia llegado la hora de volver a casa. Caminaron durante media hora por el paseo marítimo hasta que llegaron donde se situaba la feria. Luces de colores y sonidos divertidos colmaban el ambiente. Después de rodear varias atracciones se situaron frente al tiovivo. Este año habia sido todo un éxito. Esta atracción se componía de una serie de autómatas que se movían junto a los usuarios que los manipulaban. Había un bailarina, varios caballos, una locomotora que expulsaba humo de colores... y todo ello coronado con un gran payaso en el tejado de la atracción que lanzaba chispas y pólvoras de colores muy vivos.
Sean andó con Karol cogida de la cintura hasta la esquina en la que un tiempo atrás la habia encontrado, sola, con una sonrisa triste y la mirada perdida. Ella era así, fria, pero comprensiva, una persona que le gustaba escuchar a los demás. Pero él siempre volvia a casa con la sensación de haberla hecho un poco más feliz. El muchacho dejó a Karol sentada en la esquina de siempre, la besó la mano y se despidió con una sonrisa. Karol ladeo la cabeza, levantó la mano y le mandó un saludo de despedida tan mecanizado como lo haria cualquier ser hecho de acero y cobre. Cuando Sean llevaba unas decenas de metros andados se giró para observar a Karol. Un hombre vestido con un peto azul lleno de sucia grasa negra la cogia de la mano, la levantaba y la limpiaba. Seguidamente la llevó hasta el tiovivo, la enganchó a un barra de metal y la colocó en posición. 
-Qué hermosa bailarina - dijo Sean para sí.
El muchacho giró sobre sí mismo y puso direccion a casa. Despues de una hora caminando se paró frente a un edificio.
- Hogar dulce hogar.
Levantó la mirada y leyó el gran letrero de la entrada: 
- Hospital mental de Shenwood.
Una sombra apareció por detrás de la verja y la abrió.
- ¿Ya has vuelto de verla, Sean?
- Si, Celador Clarence - contestó mientras comenzaban a caminar hacia dentro del edificio.
- ¿Mañana volverás a verla?, no sé cuanto tiempo podré hacer la vista gorda.
- Ya no volveré a verla, Celador Clarence. Ella se marcha con la feria mañana. Hoy solo fuí a despedirme.
- Vaya, un auténtico amor de verano.
Sean alzó la vista hacia el celador y le sonrió.
- ¿Qué tenemos esta noche ?
- Para ti tenemos una noche especial. De primero una sesión de descargas en la cabeza y de segundo un postre en la cena a base de tortitas.
- Vaya, descargas y tortitas: la noche perfecta- respondió Sean lleno de alegría.

Capitán Hluot-wig "The Wolf" Dubhghaill




El verano de 1910

Cuando abro mi cuaderno del año 1910 me invade la nostalgia. El olor de las páginas me recuerda los años dorados de la Belle Époque cuando repaso las páginas con sus anotaciones y recuerdos: menús de posadas y hoteles canadienses y austriacos, algunos billetes de mis viajes en tren y en aeronave, recortes sobre la investigación del Caso Crippen, y hasta una flor de Edelweiss, cuidadosamente secado, que me regaló mi querido Victor Hess cuando estuvimos en la montaña Hafelekar durante aquel verano.
El verano de 1910 era muy especial, en compañía de la persona amada. Sin embargo, antes de llegar a mi cita con Víctor, la Universidad de Miskatonic me dió un encargo extremadamente bien pagado en Victoria, en la isla de Vancouver. Se trataba de recuperar unos libros de la biblioteca de la Universidad de Miskatonic que habían sido hurtado por el hijo de uno de los benefactores principales de la institución. Edwin Rothsberger quería remediar la situación (creado por las deudas acuciantes de su hijo, Edgar, en los burdeles de Nueva York) y estaba dispuesto a pagar mucho por ello.
En fin. Los libros se encontraban en una tienda de antigüedades en el Chinatown de Victoria regentaba por Oleg Vandercog, marchand de obras que desvelaban conocimientos de tiempos monstruosamente antiguos. Sus clientes eran normalmente chinos y rusos que se daban cita en Victoria para las pujas clandestinas de semejantes tomos. Ya se había extendido la noticia de la disponibilidad de estos textos entre los coleccionistas e investigadores de los rituales de esta naturaleza y claro, la Universidad me pidió obrar con rapidez para recuperarlos. Algunos de los tomos eran de temática ‘bastante’ sensible, según dr Henry Armitage, el bibliotecario de la universidad.. No era mi primera misión así y él confiaba que seguiría el protocolo regente en estos casos.
Opté por usar la línea de aeronave Pegasus & Perseus, Ltd., en vez de los servicios del Canadian Pacific Railway. El CPR tenía fama de sufrir muchos accidentes, como él del 19 de Junio de 1910 y además, yo tenía mucha prisa. 
Durante los 48 horas del viaje me encontré saboreando el servicio lujoso tan famoso del P & P. Las dos noches a bordo coincidieron con el apogeo del pasaje de la tierra por la cola del cometa de Halley. Era francamente impresionante, dejar deslizar las noches en la sala panorámica, con sus bóvedas acristaladas, escuchando las conferencias de los astrónomos eminentes sobre el espectáculo astronómico alrededor de nosotros. También era impresionante cuanto ignora la gente, hasta los astrónomos, sobre lo que hay detrás del esplendor celestial. Con suerte, al cumplir mi misión, el público nunca siquiera sospechara de la existencia de los horrores cósmicos que esperan el pronunciamiento del ritual correcto.
Llegamos a Victoria y me metí en el mundo claustrofóbico del Chinatown. Era como andar en una visión distorsionado y corrupto del Pekín de mi juventud- existían las formas, los olores y sonidos mandarines, esos sí, pero todo parecía corroído por la pobreza y la mezquindad. Me metí en un hotel de la calle Fisgard dedicado al alquiler de habitaciones por horas para los adictos del opio. Una vez en el habitáculo mugriento me cambie a el traje negro típico de una sirvienta china, puse los toques de maquillaje que me transformaría en una figura anónima, difícil a recordar aquí en las callejuelas llenas de gente y salí.
No tardé en llegar a la tienda. Tuve pocas horas antes de la subasta comenzara. Los títulos de los libros para recuperar resonaban en mi mente: el Necronomicón (la edición española de 1647), el Libro de Eibon (Liber Ivonis, Paris 1240), el Texto R’lyeh (la traducción de François Prelati) y De Vermis Mysteriis de Ludvig Prinn (Bruselas, 1524).
Entré la tienda por una ventana abierta en la segunda planta. Oleg Vandercog estuvo en su despacho y ni percató mi presencia hasta después de haberle rajado el cuello. Recogí la sangre necesario para el ritual, además de sus riñones (¿Porque los riñones? Nunca nadie me supo explicarlo.) Saqué los tomos de unos hermosos mostradores en la sala principal y activé el artefacto lleno de engranajes delicados que los ingenieros de la universidad me aseguraban borraría todo huella mía del lugar. Metí los volúmenes en una mochila y salí por donde entré.
Minutos después, una sirvienta anónima entró una habitación en un hotel en la calle Fisgard y poco después una dama europea salió de aquel habitación, pagó su cuenta del hotel y se alejó por la calle Fisgard hacia el aeródromo.
El viaje de regreso era algo menos que idílico. Nunca me ha gustado tener riñones sueltos en mi equipaje y lo antes que llegase a Arkham y terminar mi misión, mejor. Pasé el tiempo leyendo sobre el Caso Crippen y también varios artículos en "Physikalische Zeitschrift" y "Naturwissenschaften". El uso de ADN para resolver el Caso Crippen me intrigaba y por supuesto quería estar al tanto de la investigación de los rayos cósmicos, ya que Victor Hess me había prometido dejarme subir con él en su globo aerostático para hacer mediciones que comprobaría sus teorías sobre los orígenes de aquello elemento elusivo.*
Por fin en el Universidad, por fin entregué los libros, la sangre y los riñones. (¿Porque los riñones?) Recogí mi recompensa y tomé vuelo a Innsbruck, donde me esperaba Victor Hess.
Esta vez usé la línea Excelsior, S.A. Desde que transportaba los libros prohibidos en la línea Pegaso & Perseus, los pasajeros de aquellas aeronaves se quejaban de pesadillas sobrenaturales y visiones extrañas. No me siento culpable por ello- yo solo cumplía mis órdenes, nada más.
Como regalito para Víctor compré una colección de cajas de las píldoras ‘anti-cometa’, tan popular durante el tiempo del cometa Halley.
A él le encantaba reírse de la ignorancia científica y las supersticiones.
*Nota del archivero: Dr. Victor Hess ganó el premio Nobel en 1936 por su trabajo con los rayos cósmicos pero toda referencia la Profesora Cecily Cogsworth en sus obras ha sido tachado por petición de la Universidad de Miskatonic.

Profesora Cecily Cogsworth



NEVERAS A VAPOR: LO ULTIMO EN HOGAR
¿Cómo mantener la comida fresca en verano? ¿Ponerla en agua fría cogida del río? ¿o acaso en la alacena, que es un sitio fresco y oscuro?
¡¡¡NO!!!
Mejor tener una nevera a vapor.
Puntos en contra: 
-la comida estará húmeda y con gotitas de vapor (o a favor, depende de la comida en cuestión)
-comida siempre con agua (sea en gotitas, con hielo…)
-malo para los huesos.
-si se estropea la maquinaria, saldrá vapor caliente y así calentar la comida (y que se cueza...)
Puntos a favor:
-humedad fría que hará desear estar siempre dentro de la nevera en verano
-comida fría
-no tener que rellenar la jarra de agua con agua
Las neveras a vapor son la última moda: son bonitas, son variadas, son grades y pequeñas y puedes conjuntarlas con todo tipo de prendas y accesorios.
No pierda usted el tiempo en inventos inútiles como la electricidad o la energía solar. El vapor es la última moda y la energía mas sostenible.
Nuestros inventores repararán sus neveras a vapor si tienen problemas y siempre puede cargarlas con un geiser a mano.
No olvidemos lo que triunfan con las visitas si tiene usted el ultimo modelo… Le hacemos todo tipo de adornos a la nevera sino quiere comprarse una nueva (Nuestros retratos de la reina Victoria actualizados triunfan).
Y… por supuesto no olvidemos a los niños. El calor placentero de la nevera les lleva hasta sitios inimaginables y estimula su imaginación cada vez que usted abra la puerta (podemos incluir seguro para niños si no quiere que se vicien a la misma, es decir, poniendo mas alto el picaporte).
Por otro lado, sirve de excusa perfecta para seducir a su pareja, véase con comida, con su rostro rodeando toda la nevera o siendo un perfecto caballero y comprándole no una ni dos sino TRES neveras para ponerlas en toda la casa y disfrutar de las misma sin necesidad de moverse hasta la cocina. Da igual que usted viva en un piso de 30 metros cuadrados, ¿Qué haría usted sin neveras? ¿Cómo osa levantarse del sofá para ir a la cocina a por la nevera teniéndolo al lado aun siendo un piso pequeño? No tiente al destino, POR EL AMOR DE UNA MADRE.
No olvidemos lo que dirá su familia (y más ese/a cuñado/cuñada, que se morirá de envidia al ver su preciosa nevera… le dará un patatús). Querrán acoplarse a su casa, ir todos los domingos a comer para degustar la preciosa comida que usted sacará de la nevera.
Pero…. Lo más importante: su felicidad, usted y su familia serán felices al ser tener una nevera en su casa: será un nuevo miembro de la familia en menos de media hora desde que entre por la puerta.
Nuestras neveras solo quieren hacerles felices. El vapor les adora. No quiere que usted sufra. Por ello el vapor les da el toque justo y perfecto para disfrutar de la velada y de una casa confortable.
COMPRE NUESTRAS NEVERAS A VAPOR

Marina González



UN CORAZÓN EN LLAMAS

Siguiendo los pasos de los tres hombres con lanzallamas de ignición focalizada que iban abriendo camino hacia el interior de la montaña, el arqueólogo y la lingüista pasaron bajo el arco de mampostería del que un momento antes habían colgado docenas de amenazantes carámbanos.

-Suerte que es verano, Hélène. - El aliento se condensaba delante de su boca. El hombre, apenas en sus treinta, estaba de muy buen humor y sus ojos brillaban de excitación. No tardó en descubrir su cabeza castaña y revuelta a la vez que se giraba hacia un lado y hacia otro, tratando de abarcar la amplia estancia. Nubes de vapor ascendían allá por donde los exploradores despejaban el camino como si cruzaran la selva machete en mano, para luego caer como lluvia al tocar el techo.

Ella prendió la mecha de la linterna portátil que había traído tras haberse descolgado la bolsa impermeable llena de cuadernos de notas. Sin bajar la capucha de su grueso abrigo le dirigió un rostro molesto y ojeroso.

-Me consta, querido. Llevo dos días sin pegar ojo apenas por ese endiablado sol perpetuo.

-Técnicamente estamos al sur del círculo polar ártico. - Levantó las manos como disculpándose por llevar la contraria. - Incluso cuando fue el solsticio la semana pasada, siguió habiendo noches…

-¡De dos horas! - El grito resonó en la sala y se perdió por los corredores que se adentraban, ascendiendo, en la roca oscura. Sus escoltas se giraron sobresaltados pero rápidamente volvieron la atención a los haces que aparecían al mezclar los contenidos de los dos depósitos que cargaban en sus respectivas y abultadas mochilas.

Hans se acercó tratando de sonar conciliador, como siempre que se equivocaba con ella.

-Lo siento Hélène, no pretendía…

-No importa. - Le cortó en seco, recuperando la compostura al instante. - Te he acompañado hasta aquí porque fuiste muy vehemente sobre tu teoría de que estas ruinas son una colonia de Lemuria. - Entornó los ojos azules un poco. - Parece que tenías razón. - Encaró al guía islandés, el único de ellos que conocía perfectamente aquella zona, que era su tierra natal. - Señor Leifsson, ¿sería tan amable de despejar el hielo de las paredes, por favor? Veamos esas runas y salgamos de aquí cuanto antes.

-Sí, profesora Santeil. - Se acercó a ella con el cañón del mechero-soplete bajado y apagado. Desde varios pasos se notaba perfectamente el calor que emitía el aparato. - ¿Por dónde empiezo?

-Por la zona de la entrada. No acerque demasiado el fuego, Birgir, puede que se conserven pigmentos en las zonas profundas; sólo necesito que derrita la capa que cubre los grabados para poder examinarlos. - El hombre asintió y sin decir nada más emprendió la tarea ajustando el difusor para que la llama saliera más abierta.

Hans se alejó y exploró el resto junto a los otros dos acompañantes, cada una de cuyas rociadas revelaba bajorrelieves y textos nuevos. Siguiendo sus indicaciones, empezaron a atacar un muro de hielo que había en una de las paredes más interiores de la sala. Regresó junto a su colega académica, que no había perdido tiempo tampoco. Ya llevaba transcritos una página de símbolos de trazos rectos a imagen de los que Leifsson había descubierto con su lanzallamas.

-¿Veredicto? - Para él todo aquello era un galimatías. - ¿Es lo que esperabas encontrar?

Un gesto contrariado cruzó el rostro enmarcado en el mullido forro de la capucha, que la mujer de casi cuarenta retiró mientras repasaba la copia del texto. Su cabello rubio y largo cayó sobre su hombro izquierdo al hacerlo.

-Sí y no. Mira. - Señaló una fila concreta del documento. - Casi todas éstas son runas de Lemuria, no cabe duda, aunque éstas dos no las había visto nunca, y creo que el profesor Stanford tampoco. - Se refería a su mentor, el mayor erudito sobre el lenguaje del imperio perdido. - Pero aún así, el resto no… no tiene mucho sentido. Es como si fuera otro idioma. Pero fíjate. - Miró más por educación que porque aquello le dijera algo. - Ésta frase sí se entiende, habla de un rey que mandó fundar un nuevo puerto fiordo abajo, pero la sintaxis es distinta.

-¿Como un dialecto? - Aventuró el arqueólogo. - ¿O una lengua emparentada? - Una idea le vino a la mente. - ¿Podría ser la de Hiperbórea?

-Eso son sólo hipótesis sin…

Un nuevo grito resonó en la estancia. Era Haavio, el explorador finlandés que les había acompañado desde el continente junto con su socio noruego, el señor Fossum.

-¡Profesores, vengan rápido! ¡Detrás del hielo había un pasillo!

Hans soltó una exclamación de júbilo y regresó con la linterna.

-Me la llevo, Hélène, ¿nos acompañas? - Tenía la misma mirada que un niño a punto de lanzarse por un tobogán en el parque. La lingüista ya conocía la intensidad con que éste defendía sus teorías, y si lo que esperaba encontrar allá abajo se confirmaba, su nombre resonaría en toda la comunidad… Ella accedió volviendo a cubrirse con la capucha, anticipando el frío que haría al adentrarse en el pasadizo.

Bajaron por un corredor en espiral durante un minuto o dos, teniendo cuidado con los escalones mojados que iban dejando los lanzallamas. Al poco acabaron ante una enorme puerta de madera congelada.

-¿Tan bien conservada? Debe ser por el frío. - Él murmuró y se acercó mirándola de cerca. - Esto es roble, ¿tan al norte? - Se retiró y les regaló una sonrisa de fanático. - Caballeros, abajo con ella.

Hélène fue a negarse rotundamente pero los chorros de fuego fueron más rápidos que ella y en pocos minutos habían deshecho la puerta. Un calor telúrico les golpeó a través del marco de piedra labrada. Hans lo cruzó rápidamente con la linterna en alto y todos le siguieron.

-¡Lo sabía! - Ante él una larga serie de recipientes metálicos ocupaba una pared de la asfixiante estancia. De ellos salían gruesas tuberías que se hundían en el suelo. Otras muchas se perdían en una oscuridad donde cuerpos aún mayores se insinuaban, soltando destellos cuando él les apuntaba con la luz. - ¡Lemuria usó el vapor geotérmico miles de años antes que nadie!

Eric Rohnen

2 comentarios:

  1. Una maravillosa colección de la creatividad retrofuturista de SPM. Ha sido muy divertido participar en el juego y más divertido aún gozar con la lectura de las contribuciones. ¿Para cuando el próximo juego?

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  2. pronto tendremos una convocatoria muy especialñ que se esta perfilando en este preciso momento.

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